lunes, 14 de diciembre de 2015
Tras digerir y analizar lo vivido, sólo puedo darte las gracias, Pumas. Sí, necesito agradecerte por darme el mejor momento en el Olímpico Universitario. Por tu fuerza, tu coraje, tu hambre, tus huevos y tu orgullo, el pueblo azul y oro se unió bajo una sola voz y te acompañó de la mano hasta el último penal.
Todos nos daban por muertos, tipos como Mauricio Ymay (Televisa), Carlos Guerrero (Tv Azteca), Rubén Rodríguez (Fox Sports) y demás periodistas resultadistas decían que eres un espejismo, que no meterías las manos y estaba todo definido. Uno incluso se fue al cine durante el partido. Su argumento: "no me perderé de nada".
Fuiste tan grande, Pumas, que esperaste a que el "periodista" serio, analítico y objetivo, saliera de su función y pudiera ver el tiempo extra. Ahí, con el gol de Alcoba, acabaste con lo que quedaba de garganta de tus aficionados que pudieron estar presentes o sintonizando el encuentro.
Nos regresaste la esperanza jugando con el espíritu, ese que habla por mi raza. Entendiste lo grande que es la playera que vistes y pudiste alcanzar el marcador en dos ocasiones al mejor plantel de la Liga.
No, Pumas, no me voy con la cabeza agachada. Sin grandes cifras o nombres, tus hombres estuvieron a muy poco de arrebatar al gran favorito el campeonato. Te admito, dolió y siempre dolerá ver a otro equipo y afición alzar una Copa en tu mítico campo, pero ya nos dará revancha la pelota.
Gracias a que aprovechaste el miedo y lo canchero de Ricardo Ferreti, nos brindaste la mejor Final del fútbol mexicano en la historia, sin temor a exagerar. El ambiente, cada gol, el coraje que respondía cuando las piernas ya no lo hacían, todo te agradezco.
Hoy, se acabó el torneo, pero nos dejaste grandes cosas en este semestre. Nos regresaste a Libertadores y a la Copa de Campeones de la CONCACAF. Un liderato y más de 13 marcas que alcanzaste y superaste.
No, no llevamos la corona y el trofeo no está en nuestras vitrinas, pero gracias por demostrarle al mundo que eres grande. Gracias por no hacernos quedar como locos cuando, convencidos, sabíamos que no te podías morir así en una Final. Gracias por devolverle al Club Universidad su mística.
¡Pumas, gracias por darnos un partido que jamás, jamás olvidaremos!
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