martes, 12 de julio de 2016
En varias publicaciones me he encontrado con comentarios que aseguran que lo único que tienen los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, es que juegan en su estadio, el Olímpico Universitario. Un tema trillado, pero que bien vale la pena hablar.
Más allá del artículo que sacó un medio hace ya bastante tiempo -que cada año vuelven a sacar para hacer ruido-, creo que lo que existe entre los Pumas y la UNAM, va más allá de los papeles y las firmas, recayendo en la ideología de equipo y afición.
Igual y soy un tarado, como dicen mis maestros de Comunicación y Periodismo en la FES Aragón, al idolatrar a gente que tiene prestado el nombre, la imagen y las instalaciones. Estoy seguro que ninguno de ellos ha caminado por Las Islas, ya sea antes o después de un partido. No me queda claro si se detienen a apreciar la mística que se maneja en los alrededores del Olímpico.
Insisto, la verdadera unión de los Pumas y la máxima casa de estudios del país, va mucho más allá de permisos y prestaciones, pues basta estar presenten en una conferencia para saber que cada jugador tiene bien aprendidos los ideales y la forma de ser que nos caracteriza.
La garra, la lucha y la entrega. Sí, los canteranos son de todos lados, menos de la UNAM. Sí, el equipo no le deja en cantidad a la universidad; sin embargo, sin miedo a equivocarme, la relación entre ambas cosas debería estar en la ideología de cada aficionado, de cada jugador y personal del equipo. Las formas, en las benditas formas.
Al escuchar a Gerardo Alcoba hablar tan bien del Club, de la Institución. Al verlo consciente de que tiene a una institución detrás que tiene que representar, a nadie le queda duda de que estos son los Pumas de la UNAM.
Publicar un comentario