lunes, 21 de noviembre de 2016
Por: Leonardo Ochoa
Un semestre variado para los de Palencia; hubo de todo: Pumas goleando y gustando, Pumas ganando con suerte y Pumas perdiendo justamente.
En esta ocasión, fue la suerte y la justicia quienes le dieron el último boleto a ese destino que lleva aún más lejos. Los pumas llegaron a la liguilla, a costa de hacer sufrir a unos poblanos empapados de nerviosismo y frustración. Araujo y Miguez expulsados fueron el fiel reflejo de aquellos adjetivos, mientras que los universitarios acecharon para hundir a la franja cada vez más en el limbo del descenso, aunque ese no fue el principal objetivo.
Al contraste de los camoteros, los jugadores de Pumas se lucieron, y se hizo notar un Pablo Barrera agrandado, con una actuación exquisita, marcando dos goles y haciendo asistencia para Matías Britos, quien salía ovacionado por el estadio Cuauhtémoc, mientras ingresaba su sombra, Eduardo Herrera, de quién se puede vaticinar que estará muy arriba en la lista de transferibles.
Los Pumas están en la fiesta grande, y nuevamente, la grandeza histórica brilló más que los millones de unos regiomontanos que están fuera de los 8 mejores del fútbol mexicano.
Es invierno, y se vislumbra revancha, la final de hace un año ahora en cuartos, si; los otros regios si están, pero la flama francesa, no brilla como aquella noche del cuatro a uno.(4-1)
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