Hola, Silvio. Ayer vi que tuviste la oportunidad de saludar al plantel que jugará mañana ante Olimpia la Copa Libertadores. Sí, los abrazaste, les deseaste suerte. Por ahí les dijiste que los extrañabas. Hay nostalgia, lo puedo percibir a la distancia.

Hoy... hoy te observo con los colores de Cerro Porteño, pero desearía verte de nuevo con la azul y oro. Sé que recuerdas, como yo, las lágrimas que tuviste al saber que Pumas te buscaba. Llegaste ilusionado, pero la pelota no te respondió.
No me queda más que desearte suerte. Gracias por esos goles que hacían ligeramente más decente la Copa MX. Pero, sobre todo, gracias por ese cabezazo en los minutos finales. Quisiéramos una revancha tuya en Pumas, pero que la pelota decida si algún día nos vuelve a juntar.
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